José Manuel Calderón fue parte integrante de ese momento glorioso cuando la selección española se alzó con el título del Campeonato Mundial de Baloncesto 2006 en tierras niponas. Pero su trayectoria es mucho más que un solo torneo; es una narrativa de perseverancia, genialidad y una elegancia en la cancha que lo distinguió como un verdadero “gentleman del basket”. Desde las canchas de iniciación de Badajoz hasta el brillo de los focos de la NBA, la historia de Calderón es una que merece ser contada con la misma gracia y precisión que él mostraba cada vez que lanzaba un tiro libre. Eso no lo lograremos, pero si te vamos a contar de él con orgullo y admiración, eso seguro.

José Manuel Calderón comenzó a dibujar su destino baloncestístico desde muy joven en las canchas de Villanueva de la Serena, Badajoz. En este primer cuarto de su vida deportiva, cada bote en el parquet local fue una página escrita en el libro de su posterior brillante carrera. Pronto, su talento lo llevó a categorías superiores, siendo su primer cambio de juego notable hacia el CB Lucentum Alicante, donde comenzó a ser blanco de muchos ojos.

Se abrió la cancha se expandió y los oponentes se pegaban en cada bloqueo, pero Calderón, con su particular forma de cruzar la cancha, supo leer el juego como pocos. Su paso por el Baloncesto Fuenlabrada y luego el Tau Cerámica, fue un continuo tiro libre hacia el éxito, donde su juego colectivo, ambicioso y generoso comenzaba a dibujar a la figura. Era evidente que Calderón no solo jugaba para la galería; jugaba para hacer mejor a su equipo, para tejer jugadas que en el electrónico se reflejaban como victorias.

Su estilo de juego (a decir de muchos expertos), marcado por la inteligencia y la visión de conjunto, lo perfilaban como lo que ha acabado siendo : un gentleman del baloncesto español. Su capacidad para distribuir el juego, para hacer ese pase que nadie más veía, lo colocaba en una liga aparte. Y aunque cada partido era una nueva página en su creciente leyenda, también era una lección de humildad y trabajo colectivo.

Se cruzaron los brazos desde el banquillo, pidiendo un cambio y Calderón cruzó el océano para enfrentarse a una nueva jugada de ataque, la NBA.

Su debut en esta liga fue con los Toronto Raptors en 2005, un cambio que lo colocó en la retina del baloncesto global. No era solo un nuevo jugador en una liga más grande; era el embajador de un estilo de juego que exudaba colectividad y elegancia.

En los EE.UU pronto encontró su ritmo y comenzó a distribuir juego con la misma maestría que en su tierra natal. Los años en la NBA fueron una serie de tiros adicionales, tras penetraciones audaces, para Calderón, donde cada temporada agregaba nuevas páginas a su legendaria carrera.

Se convirtió en un maestro del tiro libre, estableciendo un récord de porcentaje en la temporada 2008-09 con un 98,1% de acierto.

Pero lo que realmente lo destacaba era su juego limpio, su capacidad para leer el juego y hacer los pases correctos en el momento adecuado. Era un caballero entre gigantes, un director de orquesta en una sinfonía de pases picados y triples.

Con cada asistencia, Calderón tejía una red de admiración entre los aficionados y, por supuesto, entre sus compañeros. Su paso por distintos equipos como los Detroit Pistons, Dallas Mavericks, New York Knicks, Los Angeles Lakers, Atlanta Hawks y Cleveland Cavaliers, no solo dejaba una estela de reconocimiento sino también de respeto. Su carrera en la NBA no sólo fue una demostración de su habilidad individual, sino un reflejo de su compromiso con el juego colectivo y su inquebrantable ética de trabajo, lo que ha sido su seña de identidad.

El sonido del silbato no sólo resonaba en las canchas de la NBA para Calderón, también lo llamaba la selección española, donde su papel era tan crucial como el tiro adicional tras una falta personal. Sus direcciones en la cancha durante el Mundial de Baloncesto 2006 en Japón fueron otro acto de maestría que ayudó a España a alzarse con el oro. Era como si cada partido internacional lo encontrase dibujando estrategias en la pizarra que luego se traducían en la cancha.

Tras más de dos décadas de una carrera prolífica, Calderón decidió que era tiempo de un cambio, de un nuevo cuarto en su vida. Este último cuarto lo ha decidido jugar en causas nobles, reflejando el juego limpio y generoso que siempre lo caracterizó. Como embajador de UNICEF desde 2009, Calderón ahora dribla en un campo más amplio, el de la ayuda humanitaria, donde su asistencia es vital fuera de la cancha. Al igual que en su propia fundación deportiva, la Fundación Calderón.

José Manuel Calderón no es solo un nombre que resuena en las canchas, es un sinónimo de caballerosidad, de juego limpio y de una maestría que va más allá del baloncesto. Su legado no es solo el de un jugador sobresaliente, sino el de un individuo que entendió el verdadero valor del juego en equipo y de la contribución a causas mayores. Su historia es un tiro libre que aún vuela hacia canasta en el corazón de los aficionados, un eco de lo que significa ser un verdadero talento tanto dentro como fuera de la cancha.

Contacta con José Manuel Calderón  en su perfil público, aquí https://mypublicinbox.com/calderon

13 de octubre de 2023